Atiendelo Derebez

Narro en este ejemplar, el segundo encuentro que tuve con el Presidente de la República, el Jefe de Jefes, en el extranjero, y las vicisitudes que a consecuencia de éste contribuyeron, no a disminuir, sino inclusive a intensificar la persecución que desde el inicio de este sexenio vengo padeciendo. En esta ocasión, al escuchar mis reclamos, el Jefe de Jefes sólo acertó a ordenar: "atiéndelo Derbez", escabulléndose una vez más, ocultando el rostro ante quien sin ningún temor se atreve a calificarlo de corrupto, tirano, incapaz, violador de derechos humanos. Ya me ocuparé en las páginas posteriores de nutrir la descripción de este hombre de las botas, y del funcionarillo a quien designó para escucharme, sujeto mediocre, inadecuado para una Secretaría de Estado. Baste dar en este preámbulo, un breve panorama de la dramática situación que hoy en día vivimos los mexicanos, absorbidos por el enfrentamiento entre dos déspotas, dos Je/azos de Jefes; quienes nunca en su vida habían soñado llegar a ser tan importantes y mucho menos tener en ascuas a toda una nacion.